sábado, 27 de marzo de 2010

ECOS de la Historia Bigandense: Capitulo 3



CAPITULO 3
Resultados reveladores del censo de 1925:
Secretos en torno a los primeros pobladores bigandenses



Seguramente en el imaginario de muchos bigandenses esta instalada la idea de que desde los albores del pueblo hasta la actualidad, un siglo después, nuestra localidad ha seguido una línea de crecimiento poblacional constante y continuo. La imagen de un pueblo próspero, pujante, con perspectiva de futuro promisorio, quizás, sea compartida por muchos de los que vivimos en Bigand. Una herencia de lucha, trabajo y ansias de progreso legada por nuestros antepasados inmigrantes impregna y justifica esta visión.

Línea que va desde aquellos primeros pobladores de los campos de la zona, en los inicios del Siglo XX, hasta los 5.062 habitantes, según el registro del Censo Nacional de 2001. Números que al día de hoy, año 2010, según estimaciones extraoficiales, podrían superar con holgura las 6.000 personas.

¿Es certera la idea de que Bigand a partir de 1909 fue aumentando exponencialmente su tasa demográfica?

La exploración de los Archivos Históricos de la Comuna ha servido para desmentir, en parte, esta imagen, y también nos ha provocado, a los que nos abocamos con pasión a bucear en las raíces históricas bigandenses, una indisimulable sorpresa.

Según el Censo Agropecuario de 1925 realizado por la Comuna, o sea, sólo 16 años después de la fundación del pueblo, ya por entonces Bigand contaba con una población “oficial” de 4.397 habitantes. En base a esta estadística institucional, queda flotando el interrogante sobre una hipotética cifra “real” superior, tomando en consideración, por una parte, las dificultades que por aquellos años debe haber significado llevar adelante un relevamiento censal exhaustivo y minucioso sin los recursos humanos y técnicos adecuados para hacerlo, y por otra, la profunda dispersión de los habitantes por todo el distrito, el cual incluye casco urbano y zona rural.

Más allá de esta duda hoy indescifrable, queda expuesto en forma notable, la escasa diferencia en la tasa demográfica entre 1925 y 2001, o sea, entre el pasado más remoto y el presente. ¿Por que?

En principio, parte de la explicación es que por entonces, según el censo, de los casi 4.400 bigandenses, 2.591 vivían en las distintas colonias rurales del distrito (a saber Sepultura, La Adela, Colonia La Estrella, Colonia Santa Irene, Colonia La Argentina, Colonia Zulema Maria, Colonia San Pablo, Colonia Los Propietarios), superando ampliamente los 1.806 vecinos que habitaban la planta urbana. Por lo tanto, aquel ideal de crecimiento representó, en buena medida, la migración de la población, desde zonas rurales al núcleo urbano, proceso que se intensificó desde mediados del S. XX. Esta tendencia significó la expansión y el crecimiento importante del radio urbano del pueblo, la re-localización de los habitantes, el despoblamiento de los campos, pero NO aumento demográfico. Para ilustrar esta tendencia, citemos los resultados del Censo de 1937, 12 años después: el número de habitantes era casi el mismo de 1925, 4.277, pero ya podía observarse la menor proporción de habitantes en los campos, 2.348 en relación a los vecinos del pueblo, 1929 vecinos.

¿Esto niega que Bigand sea un pueblo pujante y en crecimiento? No, siempre ha sido un pueblo dinámico y progresista, y más allá de que hoy (tomando el último censo oficial) no refleje una población claramente mayor a los albores del pueblo, la localidad ha visto mutar la composición demográfica, porque innumerables hijos de esta tierra han migrado forjando su destino en otras tierras, pero en la misma medida, ha recibido en forma permanente a tantos inmigrantes de este país y de otros que hasta hoy llegan a nuestra comunidad, buscando un lugar para vivir y un destino de esperanza…

¿Quiénes éramos entonces?

Bigand tiene sin dudas un fisonomía esencialmente inmigratoria, de ello no hay dudas. La identidad de nuestra comunidad fue forjada a través del diálogo y el encuentro de las herencias culturales que trajeron consigo los inmigrantes.

Aún así, al trasladarnos al amanecer de la localidad, a través de la exploración del Censo Agropecuario y Poblacional de 1925, causa sorpresa comprobar, en primer término, el perfil cosmopolita de Bigand, habitado entonces, por un verdadero “crisol de razas”, esto es, italianos y españoles como sabíamos, pero también yugoslavos, franceses, vascos, austriacos, alemanes, uruguayos, brasileros y portugueses, entre otros, y además claro, argentinos, que, por aquellos años, vaya paradoja, eran pocos en esta tierra. Esta importante pluralidad en los campos, no incluye los orígenes de los bigandenses que residían en el casco urbano del pueblo, en tanto en dicho censo no aparece detallada esta información.

Lo particular de este censo agropecuario es que, por lo menos para el distrito rural, aparece documentado, junto a otros datos esperables como cantidad de hectáreas, cantidad de animales, los cereales cultivados, el tipo de propiedad, el instrumental o maquinaria, entre otros, la nacionalidad del productor. Información que en los futuros censos ya no se toma en consideración.

Respecto al predominio de extranjeros sobre los nativos argentinos en Bigand, una revisión general del censo ilustra este escenario con claridad: de los casi 400 productores que contaban con explotaciones agrícolas relevados en 1925, (con ellos eran censados los grupos familiares que residían en los campos), no llegaban a 50 los nacidos en Argentina. Siendo un poco más minuciosos, se puede ver que varios de ellos, portaban apellidos itálicos o españoles, lo que lleva a dejar abierta la hipótesis de que eran, quizás, hijos de inmigrantes que habían arribado al país tiempo atrás.

Las estadísticas a veces son frías, apenas si sirven para mostrar ciertas tendencias y situaciones. Corriéndonos un poco de los números, y a modo de cierre, nos interrogamos…
¿Cómo habrá sido aquel Bigand heterogéneo a nivel étnico y cultural?, ¿cómo supieron encontrarse, comunicarse y hacer desde las diferencias la historia de nuestro pueblo?

sábado, marzo 27, 2010